NO ERA UN CAÑÓN, ERA UNA BOMBA

 

Cuando uno opta por hacer de su vida una aventura, renuncia a muchas cosas excepto a soñar. Toda aventura se fragua por medio de sueños previos, sueños que modelan proyectos e ilusiones que florecen fruto de la imaginación. Descubrir un paraíso, desvelar un misterio, hallar un tesoro, es la conclusión final que conlleva una acción, a menudo ardua y costosa llena de vicisitudes y peripecias. Lo fácil no atrae ni produce esa sublime satisfacción difícil de explicar, pero que todo el mundo entiende y sabe a lo que me refiero. Es a través del esfuerzo, la tenacidad y la perseverancia cuando acaba llegando, en forma de éxito o reconocimiento, eso que los antiguos llamaban “la gloria”. Existen distintos niveles para llegar a ella. Algunos necesitan conquistar el Everest y otros nos conformamos con pequeñas andanzas igualmente satisfactorias y más alcanzables en su realización.

El día de ayer nos dispusimos a desvelar el enigma del cañón encontrado en las Hoces del Cabriel. Tras el gran revuelo creado por el hallazgo, patrimonio mandó al cuerpo de élite de la unidad de actividades subacuáticas de la guardia civil para poder dar constancia e identificar la pieza de artillería sumergida en las aguas de nuestro preciado río. Cinco especialistas buceadores y yo descendimos en balsa de rafting por las bravas aguas del cañón con todo el material necesario para la inmersión. Nos costó encontrarlo, no sé porque ese día las aguas no estaban tan cristalinas como nos tienen habituados, pero al final dimos con él, mientras otros dos miembros de la benemérita nos hacían el apoyo externo. Montamos un buen tinglado para acceder al lugar. Sentía que entre nosotros la admiración era mutua. Ellos, grandes profesionales curtidos en mil batallas de búsquedas subacuáticas y, por mi parte, el conocimiento del terreno y manejo de la embarcación. Pertrechados con botellas, reguladores, cámaras y cuerdas, comenzó la inmersión.

Los días anteriores fueron un no parar de atender a medios de comunicación, arqueólogos, expertos en armamento antiguo, etc. Parecía que todo el mundo estaba expectante de si podíamos sacar el cañón del cañón, ¿De qué época podría datar, era de la guerra de la independencia, de las guerras carlistas o pertenecía a la guerra civil? Nadie se explicaba por qué se hallaba ahí. Lo cierto es que nosotros, desde Kalahari Aventuras, no teníamos ni idea, solo teníamos unas fotos sacadas el día que dimos con él. Todo eran hipótesis.

Tras muchas dudas llegamos a la conclusión de que aquello no era un cañón, a pesar de su apariencia. Era una bomba, pero no de estallar, sino de extracción de agua. Una bomba gigante que instalaron para poder sacar el agua del río y llevarla a los campos de arriba en una finca llamada el Purgatorio. Abandonada en el lecho de rio con sus cuatro ruedas y desde donde surgía un tubo a modo de cañón que se introducía en la tierra y ascendía por las laderas hasta dicha finca y que, al parecer, nunca llegó a funcionar. Nuestro gozo en un pozo o, mejor dicho, en una poza. Lamentamos las expectativas creadas, pero a veces las cosas no son lo que parecen, aunque todo indicaba otra cosa. La verdad es que hasta que no lo palpamos físicamente, no salimos de dudas. El tesoro que creíamos haber encontrado se difuminó como nuestros propios sueños. Sólo puedo decir que fue bonito mientras duró y que, si bien no hallamos un histórico objeto, estoy seguro de que los fondos del Cabriel albergan otros tesoros y un millón de historias por descubrir en uno de los ríos más limpios y bonitos de Europa. Al volver a casa y con la decepción a lomos de mi conciencia, me di cuenta de que el verdadero y magnifico tesoro, era el propio río y sus prístinas aguas.

Antonio robledo ZAPA

Director de kalahari aventuras

 

3 comentarios

  1. Estic d’acord amb el que dius, tot i que és tracta d’un descobriment excepcional tenint en compte que ningú abans havia indicat la seua existència, encara que es tracta d’un objecte bastant voluminós. Així i tot, no és comparable descobrir una bomba d’extracció d’aigues destinades al regadiu o a l’ús domèstic amb el fet de descobrir un canó sumergit a les sigues del nostre riu, el més net i pulcre que mai no hem vist i molt de goig ens a ha oferit. Igualment gràcies Kalahari per fer-nos partíceps de les vostres emocions!!

  2. Gran artículo. Una pena no ser lo que se esperaba, pero como bien expresas, el patrimonio real es el propio río. Un tesoro natural único.

    1. Digno de mencionar la honradez de reconocer que no es un objeto histórico,da mucha credibilidad cuando pasan cosas así y se es honesto.Un saludo

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