Siempre soñé con ser un naufrago

Siempre soñé con ser un náufrago

Quizá fueron demasiados libros de caballerías. Soñé que varaba en blancas arenas, salpimentadas de domados troncos de palmeras despeinadas por brisas y tempestades. Deseaba ser propietario del suelo que pisaba, aunque fuera solo mientras andaba y como única compañía mi sombra y yo, yo y mi sombra. Olvidar el pasado y anhelar un futuro impredecible, repleto de aventuras y sobrevivencias. Que cuando se apagara la noche comenzara un nuevo y desvelador capitulo, cargado de peripecias e incertidumbres. Deseaba una isla que no viniera en los mapas, lejos de todo, cerca de nada. Océanos de distancia entre lo que fui y lo que me quedaba por ser. Quería ser un viernes más en el calendario del universo, zahorí del verso y poeta del agua. Quería ser un náufrago más en el solsticio de la vida. Quería mi propia gloria sin compartirla, mi reconocimiento, mi autarquía, mi sinceridad platónica.

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