Campamento Down en el Kalahari

Existen tres tipos de personas en el mundo. Los que creemos tener una gran suerte por el mero hecho de existir, los que ni fu ni fa y que ni siquiera se plantean esa pregunta, y los que parece que el mundo les debe algo y viven en la queja continua de la ingratitud. Estos últimos no me interesan mucho a no ser, que se les vea intención de cambiar de actitud. Yo me siento altamente afortunado de encontrarme aquí y ahora, con todas las vicisitudes que me topo en mi existencia. Siento que es un privilegio de la naturaleza haber sido elegido entre millones de espermatozoides.

Hemos tenido en Kalahari la gran suerte de compartir con una asociación de síndrome de Down un campamento de 5 días maravillosos. 18 chico/as y tres admirables e implicados monitores que nos han facilitado y mostrado las diferentes peculiaridades de cada uno.

Para los que no conocen el mundo Down, decirles que todo es debido a un solo cromosoma. El resto no difieren de los demás. Existen varios niveles de capacidades, desde el autónomo completamente, al más dependiente. Los participantes que vinieron pertenecen a un club de natación en Cuenca. Todos comparten el amor por el agua, la música y un exacerbado cariño para con el mundo. Hicieron de todo: rafting, paddle, kayak, trekking, pista de obstáculos, escalada, barbacoa o búsqueda y recogida de minerales. Han disfrutado de lo lindo y nosotros con ellos, su especial inhibición del ridículo al cual estamos sometidos esta acomplejada e hipócrita sociedad que nos subyace pensar una cosa y hacer otra, ellos no la tienen ni la padecen. Hemos bailado, reído, rapeado, cantado, nos han deleitado con monólogos, es como si cada uno de ellos tuviera en su interior un artista. Eso por mencionar algo, pero es que entre el grupo teníamos nadadores de élite. Silvia había cruzado el estrecho de Gibraltar a nado o Paco campeón de campeones, sí dijera que son auténticas nutrias me quedaría corto.

Aprovechando que venían, decidí que nos acompañara mi hija de 15 años durante el campamento. Creía que era necesario que conociera este mundo que algunos llaman incapacitado, después de todo convivió con su tía Ana fallecida hace un año y medio, también Down. Para mí era muy importante que sintiera su presencia y no olvidara este mundo tan agradecido con la vida y con el mundo, como es el Down. Porque sí, ellos ante todo dan las gracias a pesar de los pesares. Solo espero que el año que viene vuelvan otra vez. Gracias chicos por darnos un baño de realidad, en el Kalahari tenéis vuestra casa.

Antonio Robledo ZAPA

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