Kalahari nació para hacer más feliz nuestra existencia. Corría el año 1995 y decidí crear una empresa de aventuras en mi pueblo. Después de mucho deambular por la vida, sentí que una iniciativa así me haría sentirme realizado. Nadie creyó en mí, ni siquiera mis padres que posteriormente serían de gran apoyo. Tenía que ser algo diferente, algo que no solo sirviera para alimentarme, sino también debería ser un manantial de felicidad para mí y para los demás. Pronto encontré adeptos que me siguieron. Al principio eran clientes que yo les veía alguna cualidad y los invitaba a que se quedaran para aprender el oficio de guía.

Una de las actividades más llamativas con las que empecé, era el puenting. Saltar desde un puente con la precariedad de unas cuerdas y unos arneses hacia que a muchos les diera pavor, pero otros sentían la necesidad de conquistar el reto. Vencer el miedo, diciéndose a sí mismo – ¡Yo puedo!   Durante todo este tiempo ha sido una de mis actividades preferidas. Me lo he pasado francamente bien con la gente que se ponía al borde del abismo. Hace algunos años decidimos ir más allá, e invitar a saltar a la gente “gratis” quien lo hiciera desnuda. En estos últimos años no lo pudimos realizar, pero hoy que todo ha vuelto a la normalidad, volvemos a la carga con retadoras propuestas como esta.

Yo suelo encargarme de poner los arneses a las gentes que aceptan venir. Los chicos y chicas deben de doblegar dos desafíos importantes: el del vértigo, y el del pudor. Cuando llega el momento (me centro en el género masculino) los osados vencen el pudor rápidamente, sin muchos miramientos. Debo decir que sin fijarme exhaustivamente en el tamaño de sus atributos, (soy un profesional) puedo dar fe, que la mayoría obedecen a un tamaño estándar. Al cincharles los arneses comienzo a ver ciertos cambios fisiológicos en ellos. El pene comienza a menguar ostensiblemente, cuando les subo a la plataforma de lanzamiento segundos antes de saltar, la cosa se pone sería y lo que poco antes  era una disminución palpable de sus genitales, aquello comienza a invertirse de un modo retráctil. A la hora de dar la orden de salto prácticamente ha desaparecido entre sus inglés, los testículos se convierten en un par de pequeñas protuberancias apenas perceptibles. En ese precioso momento es cuando aparece “la metamorfosis” convirtiendo su aparato genital en una perfecta vagina, les desaparece el vello corporal y la voz se les torna más aguda. Hasta que al fin oyen, el un, dos, tres, salta.

Y como un ave mitológica vuela rumbo al vacío, acompañándoles un grito o más bien un graznido, hasta notar la firmeza de las cuerdas, que tensas y rígidas hacen pendular de un lado a otro ese ser antropomorfo. Entonces el hombre recobra su poderío natural de macho reproductor de la sabana. Rugiendo de felicidad ante los aplausos del resto de gente que hacen suyos el miedo y la euforia por partes iguales.

Próximo convocatoria el día 23 de abril 2023

La seguridad es algo obvio en cualquier actividad física, pero el exceso de seguridad no deja de ser parte ignorante del que no está verdaderamente preparado.  Las personas que deciden  acaban culminando en tajantes prohibiciones. Quien no sabe o carece de experiencia toma decisiones que coartan las actividades de forma inexplicable.

En nombre de velar por tú seguridad destrozan cualquier iniciativa, más por salvaguardarse uno mismo que por de verdad protegernos.

El ser humano siempre se ha aventurado en todas sus facetas y ha llegado más allá de lo establecido, conquistando lugares e ideas que anteriormente no se contemplaban o que simplemente no se eran capaces de llevar a cabo.

Siempre hay algún iluminado con potestad  de prohibir ciertos deportes en la naturaleza:  como surfear un día de bandera roja o bajar un río con una crecida, Justamente el momento más deseado por estos deportistas para la práctica de esas actividades, también los medios de comunicación convencen a la masa para que critiquen y opinen sin tener ni idea, exagerando la osadía como un acto de irresponsabilidad

Estos deportistas-aventureros requieren de esa incertidumbre de ese algo más para superarse.  La sobreprotección es algo que cohíbe y censura la normal evolución del ser humano no solo en los deportes sino en la propia educación del hombre. El ser humano necesita de esos errores para aprender, de esas pequeñas controversias que nos dan la vida y que son fundamentales para el desarrollo educativo. La gestión y aprendizaje de esas frustraciones es capital, porqué de los éxitos se aprende proporcionalmente muy poco a comparación de los fracasos recibidos. Unas veces se vence y otras se aprende, reza un dicho muy común entre deportistas.

También ciertas empresas juegan con esa máxima, confundiendo deportes de aventura con parques temáticos, en estos últimos, el riesgo debe ser mínimo ya que el cliente busca la sorpresa y la emoción sin riesgos, pero los deportes de aventura que se realizan en un medio natural  siempre contemplan cierto riesgo no controlado que el cliente debe de asumir, un esguince, una caída, un susto, un cambio meteorológico repentino, una picadura de un insecto, cosas incontrolables y que algunos venden como imposibles en un mundo cambiante e imperfecto (afortunadamente) de ahí viene el apelativo “aventura” acción de resultado incierto. Para ello están los guías profesionales para minimizar los agentes externos que pueden influir en el resultado. Aunque hay algo que nunca se puede prever y es la reacción humana de cada individuo ante una situación de estrés, aquí cada uno tiene que confiar en sí mismo.

El riesgo cero no existe y con el riesgo convivimos, desde conducir una bicicleta, hasta dar una vuelta con una moto y no digamos el mero hecho de conducir a cierta velocidad y pasar a escasos metros de otro coche que viene en dirección opuesta, todo ello y más, es un peligro potencialmente mortal, de la misma forma que pasear por una acera y te caiga una teja en la cabeza y no por eso se debe de PROHIBIR, sino acostumbrarse a una realidad maravillosamente imperfecta.

Antonio Robledo ZAPA

Siempre intenté darle un sentido a mis viajes, sin duda este ha sido uno de los viajes más peculiares que he realizado en mi vida. Se ha compuesto de tres partes bien diferenciadas. La primera fue de exploración, la segunda de trabajo y la tercera un viaje interior.  Han sido tres viajes encadenados a lugares sumamente dispares. El primero fue motivado por la exploración de un río en la AMAZONÍA donde pude disfrutar de lo que más me gusta: explorar. Fuimos  acompañados de una etnia que vive en el interior de la región amazónica en Ecuador,. Volamos en avioneta desde Puyo hacia el interior de la jungla, donde habitan los SAPARA, Esta comunidad que apenas perviven 500 miembros, habitan en diferentes puntos de la frondosa selva comprendida entre los ríos Napo y Pastaza. Descendí junto con un grupo de unas 8 personas por el río Pingoyaku, lo bajé en mi tabla, mientras el resto navegaba en kayucos dirigidos por los miembros de esta tribu. La noche de antes hubo una lluvia torrencial que hizo crecer el río, convirtiendo sus meandros en peligrosas trampas sino se preveían con presta  antelación. Los numerosos árboles caídos sobre el cauce hacían bonito y a la vez temeraria su navegación, había tramos que transcurrían en auténticos jardines botánicos. Los Sapara cazaron y recolectaron comida de la cual nos alimentamos durante esos días, desde lagartos (cocodrilos) hasta gusanos de palma (ochantacuros) así como numerosas y variadas frutas de la jungla que nos albergaba. Fue una experiencia muy bonita y enriquecedora.

Volé a España donde tuve tiempo de lavar mi ropa y tomar un viaje a Asuan (Egipto) Aquí me dediqué a dirigir un descenso por el río Nilo en tablas acompañados de falucas (antiguos barcos a vela) donde, dormíamos y nos alimentamos durante los 4 días de singladura.  Tuvimos algunos días vientos potentes que nos dificultaron su descenso, pero al final disfrutamos del enigmático río que nos lleva en su lento transcurrir hacia tierras del norte. Llegamos hasta la ciudad de ko Ombo encontrándonos con los primeros yacimientos de la ancestral cultura de los faraones, Ahí dejé el grupo que lideré en cuestiones técnicas de la navegación erguida. Stand Up Paddle, lo que viene a llamarse SUP o paddle surf. El grupo se quedó en manos de Irati de ojo de nómada. A partir de ahí empezó lo que fue mi viaje interior y que mejor escenario que un oasis en la ciudad perdida de SIWA, cerca de la frontera con libia, antes a su paso me encontré con la mítica ciudad de Alejandría, donde busqué inspiración para la creación de una novela en la cual me he aventurado a escribir. EL HIJO DEL ZAHORÍ. Pasé diez días entre letras y palmeras. Apenas visité lugares, la gestación me tuvo imbuido en las recreaciones de personajes y situaciones solo soñadas en mi interior, fue mi primer encuentro con la ficción. Ha sido fascinante poder plasmar situaciones que solo mi imaginación me proporcionaba, fue un viaje más, sin sufrir las inclemencias de la intemperie en la aventura física. Mis escritos siempre fueron realistas de situaciones vividas o sentidas, esta vez no tuve que padecer, solo hilar mediante palabras lo que mi mente era capaz de crear. Ahora regreso al lugar donde transcurre mi vida, a mi tierra natal donde me espera lo que más quiero y anhelo.

Mi mochila viene vaciada de contenido y repleta de reflexiones, dispuesta a emplear todo lo aprendido para conseguir hacer más feliz el mundo que me rodea. Insalah (ojalá) pueda al menos transmitiros lo visto por mis ojos, sin ánimo de cambiar el cosmos, simplemente entender y aceptar la libertad que os conceden vuestros pensamientos.

Antonio Robledo ZAPA

En el mundo de las aguas bravas utilizamos la lectura de rio para interpretar una sección de rio en su descenso. No es más que identificar los diferentes accidentes y movimientos de las aguas para su utilización en la navegación. Cómo reconocer algo que nos puede beneficiar a la hora de buscar el camino correcto, o “línea”, en el argot riachero. La lectura de río es muy importante, ya que lo que vemos en la superficie nos permitirá avanzar o desistir en el intento.  Cuando el paso es imposible de hacer, nos encontramos ante un infranqueable. Ello no deja de ser relativo, pues deja de ser infranqueable cuando viene alguien y lo supera con éxito. Hoy por hoy se están bajando tramos que hace tan solo unos años nos parecían inverosímiles, pero el ser humano es fascinante y su capacidad de superación es cuanto menos asombrosa. La lectura de río se adquiere principalmente a través de la experiencia. Bajar ríos de diferentes gradaciones hacen que el hombre de las aguas blancas posea suficientes registros para poder acatar con solvencia los pasos. Los sustos son las vallas que nos colocan los ríos para superarlas. Saber con conocimiento de causa como retiene un rebufo o la succión de un sifón son situaciones que modelan y configuran a un hombre de río. Todas estas anomalías van a parar al saco del conocimiento.

Durante mi vida como kayakista anteriormente y paddle surfista de río ahora, he tenido miles de situaciones  esperadas y otras inesperadas en los ríos de los cinco continentes.  Una de las ecuaciones más difíciles en las aguas turbulentas es saber diferenciar entre lo que es un rulo y lo que es un rebufo. A priori parece fácil, pero en muchas ocasiones la cosa no está tan clara y, dependiendo de si es una cosa u otra, puede correr riesgo tu vida o al menos puedes llevarte un gran susto.  Este es el mejor indicativo de la experticie del hombre de río, pues a lo largo del ancho mundo he visto gente que aparentaba tener grandes conocimientos, y sin embargo no llegaba a diferenciar el rulo del rebufo. Y es que a veces es tan sutil la diferencia, que puede confundir. En conclusión, la lectura sirve para saber dónde puedes o no puedes meterte, hermano. También puedes intentar convencer a otro y que lo pruebe él, -Metete ahí  bro que no pasa nada, jejeje. Y si sale ya lo intento yo…